Un Hombre Llamado X

domingo, agosto 13, 2006

La Ley del Mar según EL DIARIO DEL CAPITÁN DEL "FRANCISCO Y CATALINA"

En el XLSemanal del pasado fin de semana, apareció publicado el reportaje de Carlos Manuel Sánchez: Diario del capitán del 'Francisco y Catalina'. El barco que rescató el pasado día 14 de julio a 51 inmigrantes en un cayuco a la deriva a 100 millas de Malta.

Es realmente sobrecogedora la historia de este barco, su capitán -José Durá- y su tripulación. Acostumbrados a campañas largas fuera de casa, cobran según lo que pescan.

«Y poner el barco en el mar se lleva 6.000 euros diarios, entre combustible, Seguridad Social y otros gastos. Hay que aprovechar el verano. Cuando lleguen los temporales, habrá que amarrar.»

Encuentran un cayuco a la deriva y como dicta la ley del mar se paran, deciden acogerlos, sabiendo que supondrá perder dos días de faena. Dan de comer a los náufragos, para ello necesita hacer tres veces la comida, la cena y el desayuno. Y fregar por triplicado.

Se dirigen al país más cercano, Malta, que tiene la obligación de atender a los náufragos. El patrón consigue comunicar con las autoridades maltesas. Éstas envían una patrullera, pero en vez de hacerse cargo de los náufragos, les impide el paso.

«Fue muy duro. Nos dimos cuenta de que la cosa se complicaba. No iban a ser sólo dos días de faena perdida. Yo miraba a mis hombres. Y pensaba: "La has hecho buena, Pepito". A veces, me daban ganas de pedirles disculpas. Pero ninguno me lo echó en cara. Fue una decisión de todos. Eso te quita un peso de encima.»

La desventura del Francisco y Catalina sólo es una noticia más sobre inmigrantes.

«Teníamos la impresión de que nuestro asunto no preocupaba demasiado. Yo mismo, cuando veía por televisión los cayucos en Canarias, pensaba: que los devuelvan a su país. Pero convivir con esta gente te cambia. Siempre dándote las gracias. Si hasta se descalzaban para no manchar el suelo. Y estas mujeres tan valientes. Me cambió la mentalidad.»

Pepi, la mujer del capitán, desde España, le sugiere que haga fotos con el móvil y se las envíe. Al día siguiente, Pascual, su hijo ya está enviando las fotos a todos los periodistas que se interesan. El caso deja de ser anónimo. La embajadora en Malta se pone a disposición de los pescadores y les facilita suministros.

«Cinco kilos de Cola Cao, 15 de magdalenas. No han visto una magdalena en su vida. Que disfruten. 20 paquetes de salchichas. No olvides los pañales. Y 300 platos de plástico, vasos y cubiertos.»

«Pensé en volver a España. Llevábamos mucho peso. Eso significaba un gasto enorme de combustible. Ya habíamos perdido cinco días de trabajo. Necesitaríamos otros cinco para regresar y cinco más para volver a caladero. ¡15 días perdidos! Era una ruina.»

«Mi marido lo está pasando muy mal por ser humanitario. Por no dejar morir a esas personas. ¿Qué pasará en el futuro si sucede algo similar?»

«El mar es el mar. Cuando alguien está en peligro, tú te paras a socorrer. Es la ley del mar. Hoy por ti, mañana por mí. Da igual que sea una chalupa de pescadores que un velero millonario dando la vuelta al mundo. Pero los políticos están siendo tan torpes que van a conseguir que la gente del mar tenga dudas»

«Me llamó la embajadora por la noche. Que todo estaba solucionado. Se le notaba muy contenta, tanto como nosotros.»

Jueves 20 de julio. Sucede algo inesperado. Comienzan a lloverle premios a la tripulación: medallas de Cruz Roja y al Mérito Civil, candidatos al Príncipe de Asturias a la Concordia, insinuaciones de que serán indemnizados. Esa reacción generosa de la sociedad es un bálsamo. Los pescadores de Santa Pola ya no son unos primos que están dejando de ganar el pan de sus hijos por meterse donde no los llaman. Ahora son héroes. Ese mensaje cala hondo. Y va más allá de lo que pueda significar para José, al que sólo pensar que tiene que ponerse corbata para recoger un premio le da sudores. Es una forma de decirle a la gente del mar que puede seguir siendo humana. Que tiene la obligación de seguir siéndolo. Y que será recompensada.

El viernes 21, una semana después del rescate, pudieron desembarcar en Malta. Al cocinero se lo tuvieron que llevar al hospital por agotamiento, con la tensión completamente descompensada.

«Si los hubiésemos dejado tirados, su imagen nos hubiera acompañado toda la vida.»
Transcribo literalmente del Blog de Jaizki

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